Tras tratar las diferencias entre el entrenamiento de jóvenes y en adultos, queremos dedicar una serie de entradas a la preparación física en formación e intentar definir qué trabajar y cómo trabajarlo en cada fase del desarrollo del jugador.
La infancia y la adolescencia se caracterizan por su enorme capacidad de adaptación (Hahn, 1982; Weineck, 1984; Hartman, Tünemann 1996, Bompa 2007). Para optimizar el entrenamiento en niños y adolescentes es necesario tener ciertos conocimientos básicos sobre las características psicofísicas pertenecientes a las diferentes edades. Existen muchos autores que hablan sobre estos temas pero a continuación exponemos el que más acertado nos parece:
La edad preescolar (3-6/7 años)
En estas edades los niños tienen gran necesidad de posibilidades motrices variadas que soliciten la imaginación, les inciten a correr, saltar, arrastrarse, trepar, equilibrios, giros, empujar , lanzar, tirar y cualquier forma de movimiento que esté practicada bajo formas agradables y divertidas. La solución autónoma de los problemas gestuales contribuye a enriquecer el repertorio motor y favorecen la expresión creativa y el conocimiento físico de si mismo (esquema corporal).
Primer edad escolar (6-10 ños)
Las bases psicofísicas a estas edades son idóneas para la adquisición de habilidades motrices. La ampliación de repertorio de gestos y la mejora de las capacidades coordinativas constituyen el núcleo de la formación deportiva. El desarrollo multilateral deberá ser el objetivo central.
Segunda edad escolar (10 años-pubertad)
Es el mejor periodo para el aprendizaje. La mejora de la relación carga-fuerza, aumento de crecimiento en anchura, armonía de la dimensiones corporales permiten tener un elevado dominio corporal. Debemos asegurar la adquisición de técnicas deportivas básicas bajo su forma elemental y en algunos casos por medio de prácticas orientadas. La ampliación del repertorio gestual no debe ser un cajón desastre de gestos medio aprendidos, sino de habilidades motrices concretas. Es importante estar atentos para que no exista aprendizaje de gestos erróneos. Corremos el riesgo de tener que ejecutar un reaprendizaje siendo este proceso mucho más costoso.
Primera fase de la pubertad (11/12-12/13años en niñas-12/13-14/15 en niños)
Existe un fuerte aumento de la talla y peso, que en ocasiones produce un deterioro en la relación fuerza-peso, en ocasiones da lugar a una disminución de las coordinaciones especializadas. En una primera fase hay que aprovechar para mejorar las capacidades físicas, se procura la estabilización, y si es posible se mejora la coordinación.
Segunda fase de la pubertad (adolescencia: 13/14-17/18 chicas, 14/15-18/19 años)
El aumento de la fuerza y de las capacidades de almacenar y fijar esquemas gestuales crean condiciones óptimas para la mejora de la capacidad de rendimiento (la coordinación y las capacidades físicas pueden mejorarse de forma paralela).
BIBLIOGRAFIA
Bompa,T. (2007), Periodización, Teoría y metodología del entrenamiento deportivo. Hispano Europea. Barcelona.
Hartman,J. Tünnemann, ,H. (1996). Entrenamiento Moderno de la Fuerza. Paidotribo. Barcelona.
Hahn, E. (1982). Problemas psicológicos de los juveniles en el rendimiento deportivo. Iniciación Atlética. Cuadernos de atletismo 7, 67-75.
Weineck, J. (1988), Entrenamiento Óptimo. Hispano Europea. Ripollet (España).